La fotografía como afición y otras artes visuales

CARLOSCARRETER.ES

Home / Essays / urban landscape

La Canon EOS 3 de Luis, en color, con un EF 40/2,8 STM y Kodak Portra 400

Ya os hablé hace unas semanas de la Canon EOS 3 de mi amigo Luis, que todavía tengo por casa, y en la que no sólo hice aquel Ilford FP4 Plus de prueba, sino que también llevé durante una semana con un rollo de película negativa en color, en concreto una Kodak Portra 400, de un lote que compré, del que me quedan pocos rollos, pero que caducan en septiembre de este año. Han estado guardados en frigorífico a 4 ºC, así que no tendría porqué haber problema para extender su validez un tiempo más,... pero bueno. Habrá que ir usándolos.

Con el rollo de Portra 400 decidí ir más ligero. Dentro de lo que cabe. Ya comenté que la cámara no pesa mucho, gracias al sempiterno policarbonato de los cuerpos de las réflex de enfoque automático en los años 90. Pero es grandota, bastante grandota. No tanto como las variantes de la EOS 1, pero más que cualquier otra Canon EOS para película tradicional. Así que para llevarla unos días en mi mochila urbana, le puse el pequeño EF 40/2,8 STM, que es muy ligerito, sin perder calidad óptica. La única prevención que hay que tener es que es un objetivo que viñetea bastante a plena apertura. Quizá no tanto con película como en digital, pero es uno de los compromisos, junto la luminosidad limitada, de esta óptica para su ligereza. A veces viene bien, otras no tanto. Con digital se puede corregir en posproducción, pero en película viene lo que viene. De todas formas, salvo que sea necesario, no suelo usar los objetivos a su máximo diafragma.

Una de las prestaciones sobre las que tenía curiosidad era sobre su capacidad de escoger el punto de enfoque siguiendo el movimiento de la pupila del ojo. El sistema de enfoque automático fue muy alabado cuando la cámara salió al mercado. Tenía bastantes puntos de enfoque, 45 de ellos, aunque no al nivel de las modernas cámaras digitales, y con el inconveniente de que estos no están distribuidos por toda la superficie del visor, sino sólo en una amplia zona central. Pero para su época estaba muy bien. Y heredaba de la Canon EOS 5, junto con algunas variantes de las EOS 50 y EOS 30, el sistema "Eys Control". Tú calibrabas con tu ojo el sistema siguiendo las instrucciones y almacenabas la calibración en memoria de la cámara. Podías incluir varias calibraciones, con gafas o sin gafas, para unos objetivos u otros, según consideraras oportuno, y cada calibración incluía posición horizontal y vertical del fotograma. Lo he probado... y realmente funciona. Y eso que no he repetido el proceso muchas veces como recomendaba el fabricante para mejorar la sensibilidad. Funciona sorprendente bien, con menos fallos de los que pensaba. Dijeramos que en mi caso sólo ha fallado aproximadamente una de cada diez veces.

También ajusté varias funciones personalizadas de la cámara a mi conveniencia, sabiendo que cuando se la devuelva a Luis puedo hacer una vuelta a las configuraciones de fábrica que es como tenía él la cámara. Y eso mejoró realmente la comodidad del uso de la cámara. No voy a detallar todos los cambios, porque sería un aburrimiento. Por lo menos para mí sería un aburrimiento redactar todo eso. Pero siempre he recomendado que si existen opciones configurables, cada usuario de cámara, de cualquier tipo, debe echarles un vistazo y pensar un poco sobre el sentido que tienen. Igual le convienen.

Otra cuestión que he hecho ha sido, con calma, ir comparando los distintos métodos de medición del fotómetro de la cámara. Comparando las decisiones que tomaría usando los modos de medición puntual y sus variantes, parcial, promediado con preponderancia al centro, con los resultados que me da el modo de medición evaluativa, o matricial que dicen los de Nikon,... en general no merece la pena complicarse mucho la vida. Las diferencias son pequeñas y fácilmente absorbibles por latitud de exposición de la película negativa en color. No digo que que en condiciones de iluminación complejas, con una necesidad de precisión por usar, por ejemplo, película diapositiva... la Velvia 50 que es la más difícil de usar por su limitadísima latitud de exposición, no vengan bien... Pero también importa en esos casos saber cuándo hacer o no hacer la foto, porque la escena supera o no supera los límites del material sensible.

Después de este segundo rollo con la Canon EOS 3 de Luis puedo asegurar algunas cosas. Pero fundamentalmente dos. La primera es que es una cámara extremadamente competente, con muchas más opciones y funciones de las que necesito habitualmente, en la que la principal limitación para obtener buenas fotografías serán las habilidades, o carencias de ellas, del fotógrafo. La segunda es que es muy grandota, por lo que me encuentro más a gusto por ejemplo con la "arcaica", en comparación, EOS 650, más ligerita y cómoda de llevar. Aunque ahora echaría de menos el poderoso obturador de la EOS 3 con sincronización del flash a 1/250 segundo y con una velocidad máxima de 1/8000 segundo, lo que permite llevar películas de ISO 400 y poder fotografiar con diafragmas abiertos en cualquier situación. Sí ya sé que he dicho que no soy partidario de las máximas aperturas... pero cuando convienen, convienen.

Medio formato en color entre ríos - Fujifilm GS645S con Kodak Portra 800

Las películas negativas en color de sensibilidad ISO 800 hace tiempo que me parecen una opción muy interesante. Por lo menos en determinados entornos o en determinadas condiciones de luz. Lejos de ser las películas de aspecto granuloso y limitada capacidad para digerir las escenas con contrastes elevados de antaño, en las que no eran frecuentes ya que se solía pasar de las películas comunes de ISO 400 a las de ISO 1000 o 1600, en los últimos tiempos de la época de gloria de la fotografía con película tradicional experimentaron un empuje y notables mejoras que las convirtió en opciones muy interesantes.

Como película todo terreno... es difícil, porque con rapidez llegamos a los límites de muchas cámaras de hace unas décadas, especialmente las compactas, que tenían una velocidad de obturación máxima de 1/400 o 1/500. Por lo que el punto de corte para la sensibilidad de la película con situaciones de sol radiante estaba en el ISO 400. Con las réflex la situación era mejor, pero te deja con escasas posibilidades de gestionar la profundidad de campo. Salvo que, como suelo hacer yo, lleves en la mochila o el macuto un filtro de densidad neutra entre 3 y 6 diafragmas para poder optar por una gestión adecuada de las aperturas a emplear.

Hace una semana os mostraba cómo esta sensibilidad era muy práctica en fotografía de aproximación con la Hasselblad 500CM. Con una velocidad de obturación máxima limitada a 1/500 por el obturador central incorporado en los objetivos del sistema, la sensibilidad ISO 800 se reservará para situaciones de poca luz o, como decía, habrá que apoyarse en un filtro gris de densidad neutra para poder gestionar la apertura. En aquel caso, el día nublado hizo que el filtro fuera innecesario, pero la alta sensibilidad me permitió acercarme a las flores de la rosaleda del Parque Grande sin necesidad de usar grandes aperturas, que comprometen la precisión del enfoque a mano alzada en fotografía de aproximación. Gracias a la sensibilidad ISO 800 pude mantener velocidades de obturación cómodas, al mismo tiempo que pude usar diafragmas entre f/5,6 y f/8, más seguros de cara al enfoque que el f/2,8. Y como estamos hablando de formato medio y aproximación, el desenfoque de los fondos está garantizado.

Pero en el mes de mayo tuve otra oportunidad, muy distinta para usar esta sensibilidad. En esta ocasión, Kodak Portra 800 en la Fujifilm GS645S Wide60. Una combinación muy interesante para fotografía documental o para paisaje urbano o periurbano a mano alzada. Para esa tarde de sábado anunciaban nubes en el cielo. Y desde luego quería una amplia profundidad de campo, teniendo en cuenta que tenía que usar un objetivo de 60 mm para unos negativos de 56 x 42 mm, con un ángulo de visión en la diagonal equivalente a un 37 mm en el formato más popular de 24 x 36 mm. Es decir, en los límites entre los angulares moderados y las ópticas normales más cortas. En Zaragoza, nunca se sabe si realmente habrá nubes cuando las anuncian, así que me eché al macuto un filtro ND64, de 6 pasos de densidad neutra, un poco fuerte, pero es lo que tengo en diámetro de rosca de 49 mm. Si con ISO 800, suponiendo un atardecer sin nubes o con pocas nubes, tienes que usar una combinación f/11 y 1/500 segundo para la exposición, los seis pasos te dejan un poco limitado, con f/4 y 1/60 segundo. No lo ideal. Tengo que hacerme con un ND8, de 3 pasos de densidad neutra, para ese diámetro de filtro. Al final no lo usé.

Los resultados están bastante bien. La Kodak Portra 800 es una película excelente. Aunque pensada para el retrato, sus colores tienen la saturación suficiente para unos paisajes muy naturales, especialmente con una luz favorable hacia el final de la tarde. De hecho, para retrato, lo mismo que pasa con su hermana la Portra 400, hay muchos fotógrafos que proponen sobrexponerla uno o dos pasos para bajar la saturación de los colores. Me parece un acierto haber usado esta sensibilidad, aunque las condiciones finales de la tarde fueron más luminosas de lo que pensaba, y una Portra 400 también hubiera funcionado bien. La lástima de las películas ISO 800 es que cada vez quedan menos en los catálogos de los fabricantes, y se están poniendo muy caras. Fujifilm prácticamente sólo las fabrica para sus cámaras de un solo uso. No sé si en Japón seguirá vendiendo la Superia X-tra 800 como Venus 800. Las Cinestill 800 son caras y calibradas para luz de tungsteno. Con luz de día tienes que poner un filtro coloreado adecuado, por lo que se convierte en la práctica en una IE 400. Las Lomography Color Negativo 800 sólo se encuentran a veces. Y la Portra 800, que posiblemente es la reina de la sensibilidad, es cara. De todos modos, ahora tengo un par de rollo en 35 mm para usarla cuando convenga.

El Canal Imperial con nubes y luz poco contrastada - Fujifilm Instax SQ6 con película monocroma

La entrada de hoy no tiene mucha miga, puesto que ya he hablado suficientemente del rendimiento que se puede obtener con la Fujifilm Instax SQ6 y la película instantánea en blanco y negro Instax Square Monochrome. Una película que no se lleva bien con los grandes contrastes por su excesivamente limitado rango dinámico. Cosa hasta cierto esperable por ser un positivo directo.

El sábado pasado amaneció lluvioso. Y permaneció nublado, incluso después de la lluvia, durante el resto de la mañana. Eso hizo que la ciudad se sumergiera en una luz blandita, con pocos contrastes. Desde luego muy lejos de lo que se puede esperar en vísperas de la entrada del verano, en los días más largos del año y con el sol más alto que nunca sobre el horizonte.

Por ello aproveché, para dar un paseo con la Instax SQ6 y un cartucho de Instax Square SQ6 siguiendo el paseo de las riberas del Canal Imperial de Aragón a su paso por Zaragoza. Incluso con la idea en mente de obtener alguna situación en la que usar los modos de fotografía de aproximación de la cámara. No olvidemos que, lamentablemente, los modos D (dark) o L (light) que sirven de compensación de la exposición no son compatibles con otros modos de exposición. Es decir, no puedes ajustar simultáneamente un modo de retrato o de aproximación, y al mismo tiempo disminuir la exposición para evitar que las luces se quemen. Obsérvese en una fotografía anterior que, simplemente por el olvido de desconectar el flash, las flores blancas de las correderas (Convolvulus o Calystegia sepium), quedan quemadas y sin detalle.

Por lo demás... suspiro gordo, esperar que alguna vez Fujifilm se digne en sacar al mercado una cámara con un óptica decente para su película instantánea. Porque esta película es capaz de más nitidez, pero las lentes de plástico de las cámaras Instax no. Lo cual genera mucha frustración con los resultados finales. Incluso si tras escanear las fotos, intentas mejorar la nitidez sobre el archivo escaneado. Es lo que hay. Por lo menos les he cogido el tranquillo a los modos de enfoque a corta distancia y esas me quedan razonablemente bien. Pero obsérvese como las conchas blancas de las caracolas más claras casi quedan sin detalle al no poder compensar la exposición en el sentido de la subexposición en el modo de fotografía de aproximación.

Más oportunidades para la Kodak TMax 400 - Leica M6 con Elmar 50/3,5

Voy ligeramente atrasado con mis revelados. Tenía varios rollos de negativos en color, los de mayo, que tardé una semana en mandar a revelar desde que terminé el último. Las fotos que os traigo hoy las he revelado esta semana, pero ya hace dos fines de semana que las hice. Y las del fin de semana pasado, todavía no sé cuando las voy a revelar. Bueno... me lo tomaré con tranquilidad y poco a poco iré encontrando huecos.

De momento, hablemos de las fotos de hoy. En Semana Santa le di una oportunidad a un rollo de Kodak TMax 400, que hice paseando por la ciudad con la Leica M6 y mis más modernos y capaces objetivos para esa cámara, el Summicron 35/2 ASPH y el Zeiss Planar 50/2 ZM. Esta vez decidí que quería volver a darle una oportunidad a la película de Kodak. Y que quería utilizar mi objetivo más veterano fabricado por Leitz, el Elmar 50/3,5 que venía con mi Leica IIIf, del año 1951. Un objetivo sencillo, con sólo cuatro lentes en tres grupos, una fórmula muy similar a la de los Tessar de Zeiss, que no tiene el contraste de los objetivos actuales, pero cuyos materiales habían avanzado lo suficiente para ofrecer unos resultados muy buenos en su época y bastante utilizables en su momento.

Como es un poco incómodo de accionar su diafragma y le puse el filtro amarillo y el parasol dedicados de la marca, prácticamente, salvo en un par de ocasiones, hice todas las fotografías a f/8, que es su apertura óptima. Midiendo la luz con el fotómetro parcial incorporado de la Leica M6, bastante preciso si sabes donde apuntar, fui ajustando las velocidades de obturación de forma acorde. El revelado, igual que el rollo de Semana Santa, con una dilución Kodak HC-110 B (1+31) durante 5 minutos y 30 segundos a 20 ºC, diez inversiones tranquilas del tambor de revelado al principio del primer minuto y cinco al principio de los siguientes hasta el final del revelado. Los negativos están digitalizados con una cámara Panasonic Lumix y el objetivo macro de 45 mm y f/2,8 asférico que firma Leica para el sistema micro cuatro tercios. Que va muy bien para esto.

El resultado me ha sorprendido... negativamente. Me encontré a la primera inspección con unos negativos con poco contraste. Especialmente con unas luces muy grises. Las sombras aparecieron perfectamente conservadas. Mi primera suposición es que más que una subexposición en la cámara, pueda ser un revelado insuficiente. Pero aparentemente hice todo exactamente igual que con las fotos de Semana Santa, que quedaron muy bien. La película se secó bien, y quedo perfectamente plana, sin problemas para digitalizar, lo que me sorprendió gratamente, porque las Kodak suele curvarse bastante.

El Elmar 50/3,5 tiene un contraste más limitado que los objetivos más modernos. Pero tiene una buena nitidez, era un muy buen objetivo para su época, y es un objetivo perfectamente usable en la actualidad. Yo lo he usado con una cámara digital con buenos resultados. Así que no sé muy bien qué ha podido pasar para esos negativos tan escasamente contrastados y tiernos. Al digitalizar, me he limitado a invertir los tonos para obtener el positivo y ajustar los puntos negros y blancos. Y como el grado de intervención al hacer esto ha sido mayor que con los negativos de Semana Santa, el grano es bastante más apreciable. Alguna foto he tenido que bajarle también los tonos medios para un aspecto final agradable. Aun me queda algún Kodak TMax 400 más en la nevera. Ya veremos que pasa con el en un futuro.

La Canon EOS 3 de Luis, con un EF 50/1,4 USM e Ilford FP4 Plus

Hace unas semanas me reencontré con Luis. No es su verdadero nombre, pero por motivos que no vienen al caso no lo voy a dar, y modificaré ligeramente sus circunstancias personales, de forma pactada con él, cuando me dio permiso para hablar un poco de su historia personal en esta entrada sobre fotografía. A Luis lo conocí cuando hice mi primer curso de fotografía. Yo había empezado a trabajar recientemente en mi "empresa" actual, tenía 29 años. Luis es más joven. Todavía estudiaba. Tendría entonces 22 o 23 años. En el curso de fotografía había 10 personas más. Todos dentro de un intervalo de edades parecido, entre los 20 y los treinta y pocos.

Y de acuerdo al paradigma del momento, casi todo el mundo llevaba alguna de las cámaras réflex recomendadas entonces para "aprender" fotografía. Cámaras como mi Pentax P30N, de enfoque manual, aunque ya se vendían muchas cámaras de enfoque automático de Canon, Nikon y Minolta, pero eran apreciablemente más caras. De todas formas, predominaban las Yashicas FX-3 y las Minoltas X-300. Eran lo que te vendían entonces. Y eran cámaras capaces; sencillas, pero eficaces. Y efectivamente, adecuadas para aprender. Tenían su modo de exposición manual y, la mayor parte de ellas algún automatismo con prioridad al diafragma. Mi P30N tenía también prioridad a la velocidad y modo programa. Pero Pentax cometió el pecado de no incluir una compensación de la exposición o la posibilidad de modificar manualmente la sensibilidad ISO, que era leída por los contactos DX. Así que, como cámara escuela, había que usarla en modo manual.

Luis era el raro. Estaba estudiando todavía, pero tenía posibles. Y se había comprado un capricho. Él mismo lo reconoce. Es un caprichoso. Sus compras, más allá de la necesidad o el interés funcional que tengan los objetos, siempre tienen un punto de capricho. Como era de "buena familia", en el sentido figurado de la expresión, en el real, ciertamente es una buena familia, le habían regalado, o se había comprado con un dinero que le habían dado, una Canon EOS 700. Esta cámara de enfoque automático, era más bien pequeña y manejable y tenía una serie de elementos que le daban originalidad. Por un lado, el objetivo con el que venía, un EF 35-80/4-5,6 PZ estaba motorizado. Lo de PZ venía de Power Zoom. Lo cual siempre me pareció una lata. Menos preciso y rápido que uno manual. Por otro lado, al colocar la película, esta quedaba extraída por completo de su carrete, con el motor de avance de la misma, y al hacer las fotos estas quedaban automáticamente rebobinadas en el carrete conforme se exponían. A mí esto siempre me pareció un buen inventó, pero no se generalizó.

Pero el tema más curioso eran sus modos de exposición. La rueda de selección de modos de exposición tenía dos caras. Si la montabas por un lado, sólo tenías modos de exposición programados a base de modos escénicos; retrato, paisaje, macro, nocturno... así hasta ocho de ellos. Si la montabas por el otro lado, convertía el aparato en una cámara con prioridad a la velocidad de obturación, incluido un modo B para largas exposiciones, aunque no tengo ni idea de qué diafragma colocaba la cámara en ese caso. No tenía ningún control para corregir la exposición, ni tampoco se podía modificar la sensibilidad ISO que se leía mediante contactos DX. Por lo que, no había más remedio que aceptar la exposición programada para la cámara. Lo cual la hacía inconveniente como aparato escuela. Pero llamaba la atención. Y lo pasamos bien en el curso. No se le daba mal la cosa, y encuadraba y componía con gusto. Pero sus negativos, en escenas en clave alta o en clave baja, no quedaban expuestos correctamente. Aunque la latitud de exposición de la película negativa hacía que el problema no fuera grave. Pero en la práctica era como una cámara compacta con objetivos intercambiables.

Hicimos un cierto grado de amistad. Después del curso quedábamos de vez en cuando a tomar algún chisme o a hacer algunas fotos. Yo me compré no mucho después mi Canon EOS 100, por lo que le podía prestar algún objetivo EF con más posibilidades que su objetivo zoom motorizado. Nunca se compró más objetivos. Entendió que la cámara tenía unas limitaciones que frenaron sus deseos de expansión. Y por otra parte, un año y medio más tarde terminó la carrera y encontró trabajo fuera de Zaragoza. Y hay perdimos contacto. Todavía no estaba generalizado internet, que sólo lo veíamos aparecer tímidamente en algunas empresas y, más frecuentemente, en las universidades.

Hace un par de años... más bien tres, me localizó por internet y me contactó por las redes sociales. Retomamos un cierto contacto a distancia, pues seguía viviendo fuera. Y cuando terminó el periodo de confinamiento de la pandemia, en verano pasado, empezó a venir a Zaragoza con frecuencia por motivos familiares. Y hace dos meses se ha vuelto a establecer en su ciudad natal. Y hablando de fotografía en el reencuentro en vivo y en directo comprobé... que sigue siendo un caprichoso. Cuando empezó a trabajar, en seguida se sitúo muy bien en su empresa, con un buen sueldo, y cuando sustituyó la EOS 700, lo hizo nada más y nada menos que con la Canon EOS 3 con la que he hecho las fotos de hoy. Nunca entendió bien que lo importante eran los objetivos... y se conformó con el ¿infame? EF 28-135/3,5-5,6 IS USM, uno de los primeros objetivos estabilizados de la gama de ópticas de Canon, pero que siempre me ha parecido flojo en sus prestaciones ópticas. Tengo uno. Hablaré más de las características de la EOS 3 en otro artículo, cuando venga revelado un rollo de película en color que he hecho.

Me la ha dejado. Y es interesante de usar. Es un pedazo de cámara. Aunque el eterno policarbonato de los años 90 la hace parecer más "barata" de lo que era y de lo que merece. Pero sus prestaciones son impresionantes. Demasiado grande para mi gusto. Pero lo mejor de la gama Canon EOS para película tradicional, aunque las distintas iteraciones de la EOS 5 gozaran de más popularidad. Dejando aparte las distintas iteraciones de la EOS-1, claro. Muy rápida. El primer rollo que le hice, podéis ver algunas fotos, es un Ilford FP4 Plus, expuesto a su sensibilidad nominal, ISO 125, revelado en Kodak HC-110 C (1+19), durante 5' 15" a 21 ºC. Ha quedado fenomenalmente expuesto. No he usado su objetivo zoom. Las fotos las hice con mi EF 50/1,4 USM. No la vende. Aunque no la usa. Luis dice que aunque nunca la usó mucho, nunca aprovechó su potencial, es su capricho y la tendrá para siempre. Pero me la deja. Y como ahora vivimos cerca, pasaré alguna que otra vez a que me la deje. Pero el sigue siendo un caprichoso. Por supuesto, se pasó al digital en cuanto fue posible, durante muchos años con Canon EOS digital. Pero ahora, como buen caprichoso, y aunque siga sin sacarle partido a sus cámaras, va por el mundo con una Leica SL y un objetivo SL Vario-Elmarit 28-90/2,8-4. Que usa de pascuas a ramos porque es un talabarte. Una pena, porque sigue teniendo buen gusto para encuadrar y componer. Ya he tirado alguna foto con la Leica SL... pero más allá de la pijadita del círculo rojo, me produce poca emoción. Es como mi Lumix G9, pero más grande y estilizada y con el sensor grandote.

Hablaré más de la Canon EOS 3 en un futuro. Especialmente, del enfoque guiado por el ojo.